sábado, 5 de noviembre de 2011

CENICIENTA. UN CUENTO DE ORIGEN CHINO


Se dice que el cuento de Cenicienta debe su origen a la antigua China y que Perrault hizo una versión adaptada al pensamiento occidental.
Y no es de extrañar si tenemos en cuenta la importancia que en la cultura china ha tenido siempre el pequeño tamaño del pie en las mujeres. La protagonista tiene el pie tan pequeño que sólo le cabe a ella el zapato, como símbolo de virtud y distinción natural que tanto se valora.

Se supone que el cuento fue escrito durante la dinastía Tang (s.VIII al X), momento en el cual comienza la tradición del vendaje de pies en China (pies de loto).
La protagonista de esta historia es una joven llamada Yeh Shen, con un pie tan hermoso que no medía más de diez centímetros.
Es la segunda esposa del padre de Shen cuando, al morir la primera, (los hombres podían tener varias mujeres) la que tortura a la niña.
En la aldea se celebra un baile para que los jóvenes puedan elegir pareja y es a este baile precisamente al que se impide acudir a Shen debido a la envidia que siente su madrastra consciente de la belleza de la niña.
Es en ese momento de encierro cuando a Shen le hablan las espinas de un pez mágico (el pez lo cocinó la madrastra y se lo comió dejando sólo las espinas).
Los espíritus trasladan a la bella niña al baile pero el hechizo sólo dura un tiempo determinado y Shen, en su huída, pierde un zapato.
Tan admirados quedan todos con el tamaño del zapato y con su belleza que llega a oídos del propio Emperador, el cual comienza la búsqueda de aquella maravillosa mujer cuyo pie puede caber en el zapato.
Se origina una búsqueda exhaustiva por todo el pueblo hasta llegar a la casa de Shen.
La madrastra, enterada del acontecimiento, corta los dedos a una de sus hijas y venda el pie. En el camino a palacio, el pie empieza a sangrar. Como no puede engañar al Emperador, va a por su segunda hija y le corta el talón. Sin embargo, obtiene el mismo resultado, el pie comienza también a sangrar.
Finalmente, Shen es llevada al Emperador, el cual puede comprobar que el zapato es suyo verdaderamente por lo que contrae matrimonio con la muchacha.

El final es un poco diferente al que estamos acostumbrados, pues la madrastra y las hermanastras son condenadas a muerte, tiradas a un pozo y apedreadas allí mismo.